lunes, 15 de noviembre de 2010

Ureabi, la primera piscina para Bebés de Bizkaia, llega a sus bodas de plata


No se trata de crear futuros campeones olímpicos, sino de que los bebés aprendan a sobrevivir a una caída fortuita a una piscina, al río o al mar", afirma Alfonso Ureabi, propietario y monitor del centro Ureabi de Getxo, donde lleva 25 años enseñando a emerger a la superficie a bebés a partir de un mes. "No les lanzamos al agua el primer día, sino que les sometemos a un proceso de aprendizaje durante veinte clases", explica el monitor.

Cada vez más polideportivos ofrecen actividades acuáticas para bebés pero, como explica Ureabi, "los métodos utilizados en otras piscinas son exclusivamente lúdicos". "En este centro, además de disfrutar de los beneficios del agua, a los pequeños se les hace trabajar. Aprender a flotar requiere de cierto esfuerzo, y a veces el bebé protesta", reconoce el instructor, quien afirma que "los llantos se acentúan cuando los pequeños ven llegar a sus aitas".

Las lloreras sirven para salvar la vida en caso de accidente. "Los descuidos de los padres son más frecuentes de lo que parece. Una importante causa de mortalidad en niños de uno y dos años son las caídas fortuitas al agua", asegura Ureabi. Este fue el motivo que le animó, en 1985, a poner en marcha por primera vez en el Estado el método suizo de supervivencia de Jean Fouace. "Actualmente solo se enseña a los bebés a sobrevivir a una caída al agua en otra piscina de Zaragoza y aquí", dice el monitor, refiriéndose a su piscina de 1,20 metros de profundidad en la que, para simular las condiciones de una posible caída, enseña a los alumnos a flotar vestidos. "La ropa es un handicap por razones de peso ya que absorbe el agua y dificulta el mantenerse a flote", explica.

Hasta que el pequeño aprende a flotar con ropa transcurren veinte clases. "No tendría sentido lanzarles al agua el primer día, por lo que las seis o siete primeras sesiones se hacen de la mano de su aita o de su ama. Luego pasan a trabajar con el monitor, lo que supone el primer momento de dificultad para el bebé, que protesta al verse alejado de sus aitas", dice Ureabi.

Cuando ya se ha familiarizado con el monitor, el pequeño es colocado boca arriba para seguir progresando. Poco a poco se les va dejando que floten solos, con la única ayuda de un gorro de silicona. "No corren ningún riesgo porque están bajo nuestra supervisión. Es cierto que al principio protestan, pero no se traumatizan ni desarrollan ninguna fobia ni aversión al agua", asevera el instructor.

200 EUROS El contacto con el medio acuático mejora el desarrollo muscular y la coordinación motriz de los bebés. En Ureabi, además, aprenden a sobrevivir a una caída con ropa en el agua. Algunos padres se ponen "un poco nerviosos" cuando sus hijos se enfrentan a su primera zambullida, pero aseguran que el cursillo, que cuesta 200 euros, "merece la pena".

"Oier duerme mucho mejor desde que viene a la piscina", dice Ana, que asegura que su pequeño ya consigue flotar después de quince clases. "Me encanta venir a la piscina con él porque estos cursillos refuerzan los lazos con el bebé", añade.

Oier, Gorka, Ander y otros bebés ya se mantienen a flote en Ureabi. Suben a la superfice más rápido que Nemo gracias a este curso de veinte días que, si se caen al agua, les va a salvar la vida.



Bilbao Press