miércoles, 12 de mayo de 2010

El Atlético despierta a Neptuno


Un maravilloso gol de Forlán en la prórroga glorifica de nuevo a los rojiblancos ante un resistente Fulham
No fue Hans-Georg Schwarzenbeck y se deletrea mejor: Diego Forlán . Treinta y seis años después, el último segundo fue rojiblanco, por una vez el Atlético se entronizó con honores cuando se le escurría otra oportunidad de alcanzar el Olimpo. A una campanada del cierre, como aquel Bayern del 74 que tanta pupa le hizo con el punterazo de ese mocetón alemán llamado Schwarzenbeck en su única final de la Copa de Europa, una maravillosa espuela de Forlán hizo bingo para el Atlético. Hamburgo se tiñó de roja y blanca, como la cercana Stuttgart de 1962, sede hasta ayer del primer y último título europeo del Atlético, anoche con la solera de antaño. No fue una faena de aliño. Para el Atlético no hay alfombras, ya se sabe que en su genética hay un embrujo especial, algo de masoquismo. Está de nuevo en los altares y con todo merecimiento. Ha resistido en una competición asfixiante, inacabable. Ante un entusiasta y resistente Fulham, el broche final mereció la pena. Forlán, majestuoso otra vez, le puso el lazo en la prórroga y se hizo justicia. Sin alardes, el Atlético fue mejor. Su delantera tiene un encanto especial, le sobra ingenio. Agüero y Forlán, Forlán y Agüero no son materia gris precisamente. A ellos, en gran medida, les debe Neptuno su dulce despertar.

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